El Fuerte de Rapitán es una de las piezas más interesantes del vasto patrimonio militar que se esparce por toda la comarca de la Jacetania. Se concibió a finales del siglo XIX como parte de la tupida red defensiva que se pretendía construir de forma paralela a la línea internacional de ferrocarril Oloron-Canfranc. El todavía cercano recuerdo de la Guerra de la Independencia, las exigencias del Ministerio de la Guerra en el proyecto del Canfranc y el ancestral temor a las invasiones desde el otro lado de la cordillera explican el contexto histórico en el que se planificaron estas obras.
La primera piedra del castillo de Rapitán se colocó en el año 1884. El lugar elegido admitía pocas dudas. Se situaba a la entrada del valle que atraviesa el río Aragón, sobre una montaña homónima que domina ampliamente todo el campo de Jaca y que garantizaba su importancia en la defensa de la frontera del Estado. Esa montaña había sido utilizada desde 1675 por el concejo jacetano para hierba. Se construyó al mismo tiempo que el fuerte de Coll de Ladrones en Canfranc y el de Santa Elena en Biescas.
Dos años después del inicio de las obras se terminó el camino de acceso a la cima y en 1890 llegaron desde la fundición de Trubia once cañones para artillar el futuro castillo. Para superar la difícil orografía del lugar y facilitar el transporte de los materiales de construcción y de la pesada artillería se fabricó un cable de cáñamo de 37 metros y 200 kilos.
Centenares de jornaleros trabajaron durante dos décadas para levantar la fortaleza y aliviar la desesperada situación de muchas familias de la zona que estaban en el umbral de la indigencia. Rapitán se terminó en 1904 y de inmediato se inició la actividad castrense, aunque muy pronto se pudo comprobar también que las estrategias y avances militares lo habían superado prematuramente. En la Guerra Civil sus fosos fueron escenario dramático de la retaguardia y durante el franquismo su actividad declinó paulatinamente hasta quedar abandonado.
Desde 1973 su gestión pertenece al Ayuntamiento de Jaca, aunque sigue siendo propiedad del Ministerio de Economía y Hacienda. En 1978 fue sometido a una importante intervención para convertirlo en residencia y centro de actividades culturales, fin para el que sigue siendo utilizado esporádicamente.