El actual despoblado de Aruej, perteneciente al término de Villanúa, tiene una importancia histórica desconocida para la mayoría de los habitantes de la Jacetania. De esa importancia da idea el hecho de que en la Edad Media, Aruej (Aruex o Arruex en la época) daba nombre al valle delimitado por Collarada al norte y el estrecho de Torrijos al sur, o lo que es lo mismo, a la cuenca del río Aragón desde Villanúa a Castiello: “Val d’Aruex” o “Bardaruex. Aruej fue lugar de señorío durante siglos, propiedad de la familia Acín, y con ayuntamiento propio hasta el siglo XIX, ocupando su término toda la orilla derecha del Aragón, incluido el puerto de Estiviellas, en Los Arañones (Canfranc). Los Señores de Aruej tuvieron jurisdicción parcial sobre Villanúa y su término, resto quizás de unos derechos territoriales más amplios. El conjunto se compone de varias casas solariegas semiderruidas, una torre fortificada del siglo XIV y la iglesia románica de San Vicente.
Cuando se edita el diccionario de Madoz sólo existían dos viviendas y la iglesia era aneja a la de Villanúa, pese a lo cual, y a su corta población, todavía se mantiene como ayuntamiento independiente. Se le asignan 18 habitantes (“almas”), cuando trece años después, en 1858, sólo se contabilizan 8 habitantes. Todavía hoy es de propiedad particular y espera paciente una rehabilitación a la altura del conjunto y de su historia.
Es en la segunda mitad del siglo XI o principios del XII, cuando se levantó la iglesia parroquial de San Vicente Mártir, siguiendo los modelos estilísticos del románico en la Jacetania. La iglesia conserva la planta original, rectangular y muy sencilla, de una sola nave y ábside semicircular orientado al este. En origen, la nave cubriría con techumbre de madera a doble vertiente, como era habitual.
El ábside, realizado en buena cantería como la mayoría de los muros, apenas presenta elementos ornamentales; de los 16 canecillos de la cornisa solo 2 portan decoración: uno de ellos con un motivo zoomorfo, y otro con decoración de rollos de origen hispanomusulmán y de los que tenemos ejemplos en la Catedral de Jaca. Centrada en el ábside, y casi como único elemento decorativo, una ventana de arco de medio punto dovelado.
La portada abierta en el lado sur, está en resalte respecto al muro y coronada por un tejadillo, sustentado por canecillos sin decoración. Consta de portada abocinada de cuatro arquivoltas de medio punto que apoyan en sendos pilares rectangulares. Sobre el dintel monolítico de la puerta, un tímpano sin decorar, relleno de sillarejo.
En el siglo XVIII, la iglesia fue parcialmente destruida por un incendio y en la actualidad presenta un estado de prerruina. En enero de 2010 fue incluida en la Lista Roja del Patrimonio del colectivo Hispania Nostra.