Borau. Iglesia de San Adrián de Sasabe. Siglos XI-XII
La historia de la iglesia de San Adrián de Sasabe, de origen visigótico, está llena de misterios y leyendas que vinculan su emplazamiento con fuerzas telúricas. Se sabe que formó parte de uno de los monasterios más importantes de la historia de Aragón y que fue sede de la Diócesis de Huesca mientras la ciudad estuvo bajo dominio musulmán.
A mediados del siglo XI (1050), Ramiro I reformó el cenobio y lo cedió a García I junto con otras propiedades en el Valle de Borau, el campo de Jaca y el valle de Tena. En este periodo se construyó la iglesia, cuya ubicación en la confluencia de los barrancos Calcil y Lupán, nacimiento del río Lubierre, ha sido históricamente un foco de problemas para su conservación. Las habituales avenidas del curso fluvial dejaron prácticamente enterrado durante siglos el edificio, que no fue rescatado hasta los años 1957-1961. Cuatro años después fue declarado Monumento Nacional.
El edificio es de una gran austeridad y sencillez. Consta de nave única con techumbre de madera cerrada en ábside semicircular de bóveda de horno. En el lado Norte se adosó una torre de planta cuadrada de la que tan solo se conserva en la actualidad su parte baja, a la que se puede accede desde el interior del templo.
En San Adrián de Sasabe es posible apreciar con claridad las relaciones entre el románico jaqués y el lombardo. Estas similitudes se revelan fundamentalmente en el exterior del ábside y en la portada principal, de gran similitud con la de Santa María de Iguácel. En ambas se utilizan relieves ornamentales como las palmetas o el ajedrezado. Este típico elemento del románico jaqués, extendido posteriormente a través del Camino de Santiago, se encuentra también en la portada localizada en el muro sur, de pequeñas dimensiones y arco de medio punto.